sábado, 26 de febrero de 2011

De: María Elena Walsh

Los ejecutivos

El mundo nunca ha sido para todo el mundo
mas hoy al parecer es de un señor
que en una escalerita de aeropuerto
cultiva un maletín pero ninguna flor.
Sonriente y afeitado para siempre
trajina para darnos la ilusión
de un cielo en tecnicolor donde muy poquitos
aprendan a jugar al golf.

Ay qué vivos
son los ejecutivos,
qué vivos que son.
Del sillón al avión
del avión al salón
del harén al edén
siempre tienen razón
y además tienen la sartén,
la sartén por el mango
y el mango también.

El mundo siempre fue de los que están arriba
pero hoy es de un señor en ascensor
a quien podemos ver en las revistas
cortando el bacalao con aire triunfador.
Lo come para darnos el ejemplo
de rendimiento máximo y confort.
Digiere por teléfono y después nos vende
conciencias puras de robots.

El mundo siempre fue de algunos elegidos
hoy es para el que elige lo mejor
dinámico y rodeado de azafatas
sacrificándose por un millón o dos.
Como él tiene de todo menos tiempo
nos aconseja por televisión
ahorrar, para tener status en la muerte,
la eternidad en un reloj.



jueves, 24 de febrero de 2011

jueves, 17 de febrero de 2011

Lo recomiendo!

El lector (Bernhard Schlink)

Michael Berg tiene quince años. Un día, regresando a casa del colegio, empieza a encontrarse mal y una mujer acude en su ayuda. La mujer se llama Hanna y tiene treinta y seis años. Unas semanas después, el muchacho, agradecido, le lleva a su casa un ramo de flores. Éste será el principio de una relación erótica en la que, antes de amarse, ella siempre le pide a Michael que le lea en voz alta fragmentos de Schiller, Goethe, Tolstói, Dickens... El ritual se repite durante varios meses, hasta que un día Hanna desaparece sin dejar rastro.
Siete años después, Michael, estudiante de Derecho, acude al juicio contra cinco mujeres acusadas de crímenes de guerra nazis y de ser las responsables de la muerte de varias personas en el campo de concentración del que eran guardianas. Una de las acusadas es Hanna. Y Michael se debate entre los gratos recuerdos y la sed de justicia, trata de comprender qué llevó a Hanna a cometer esas atrocidades, trata de descubrir quién es en realidad la mujer a la que amó...
Bernhard Schlink ha escrito una deslumbrante novela sobre el amor, el horror y la piedad; sobre las heridas abiertas de la historia; sobre una generación de alemanes perseguida por un pasado que no vivieron directamente, pero cuyas sombras se ciernen sobre ellos.
"El único principio imaginable hacia una salida, la posibilidad de acercarse al tema del nazismo: recordarlo, escribir acerca de ello, hablar de ello. La novela misma lo hace de una manera impresionante, tenaz. " (Marion Lohndorf, Neue Zurcher Zeitung).
"Antes que nada, es la perturbadora historia de una seducción, contada de manera tan contenida como voluptuosa. Nadie debería dejar de leerla ya que, en la literatura alemana de nuestros días, esto es una rareza." (Tilman Krause, Der Tagesspiegel).
"El libro más personal de Schlink"  (M. Stolleis, Frankfurter Allgemeine Zeitung).
"Este libro plantea una incompatibilidad. ¿Cómo salir del atolladero de la doble exigencia de comprensión y condena?"(Fréderic Vitoux, Le Nouvel Observateur).
"El lector es un libro soberbio que se interroga sobre el destino de una generación atrapada por el engranaje del amor y la culpabilidad." (Pierre Deshusses, Le Monde).
"Una turbadora meditación." (Laurence Liban, L'Express).
"Una historia inolvidable sobre el amor, el honor y la compasión." (Neal Ascherson, The Bookseller).

miércoles, 16 de febrero de 2011

María Elena Walsh me sigue acompañando...

¿Diablo estás?

Juguemos en el mundo 
mientras el diablo no está.
¿Diablo estás?

Me estoy poniendo la cartuchera
y la casaca militar
y con mi música de metralla
a todos quiero ver bailar.

Me estoy poniendo los guantes blancos
y el levitón ministerial
y ya me voy a firmar decretos
para que todo siga igual.

Me estoy poniendo la capelina
y un delantal de caridad.
Primero invento pobres y enfermos
después regalo el hospital.

Marco:

Tengo la firme convicción de que si estás me consolido, y la sospecha de que ni sospechas cuánto te amo.
Tengo tu foto puesta en la pupila y con tu voz baila el estribo, el yunque y el martillo. Tengo risas, tengo llantos, tengo un termostato que me enciende cuando estás y que me apaga si te vas para no morir de la nostalgia. Adiós melancolía; gracias por la compañía pero aquí ya no hay más sitio para usted. Adiós melancolía; le agradezco la poesía que entre versos hoy me deja confesarle a este hombre que me gané la lotería cuando lo vi. Tengo una dosis de perdón por si haces algo que me duela. Y una canción de más por si algún día la echas de menos. Tengo un stock de besos sin estreno y un camión de amor del bueno para ti.

Hagamos uno de estas mitades, almas viajeras buscando encontrarse. Destella luz dentro de este encierro. Palabras dormidas por el sentimiento.

Iae y Marco 24/05/10 - 24/01/11 (y más...)

Te doy eternamente el amor de hoy, Iae.

jueves, 3 de febrero de 2011

Lo recomiendo!

El amor en los tiempos del cólera

Dos historias hay en este libro. Una de ellas, apenas esbozada, es la de un amor secreto que culmina en la muerte elegida por un hombre que ha querido ponerse a salvo "de los tormentos de la memoria".
La otra historia es la de un amor que hace de esos tormentos su alimento. Un amor ecechado por los enemigos: el deteriorio físico, la vejez, la muerte, pero es capaz, no sólo de resistirlos, si no también de transformarlos en el ímpetu del deseo. Una muchacha de dieciocho años rechaza al hombre de quien ha estado enamorada y con quien le han impedido unirse.
Más de cincuenta años después, cuando ha muerto otro hombre con quien se ha casado para vivir un lapso de sucedáneos desdeñables, se reúne con aquel primer amor suyo a bordo de un barco que se llama Nueva Fidelidad.
La exacerbación del deseo se alía a la muerte y a la enfermedad porque se le parece: "Los síntomas del amor son los mismos del cólera".
En este relato infinitamente seductor, Gabriel García Márquez narra la obsesión del deseo con un arrebato que lo aparta de sus grandes novelas anteriores y a la vez lo acerca a ellas.
A la circularidad del tiempo en Macondo, el enclaustramiento del tirano aislado en su poder demencial, sucede ahora la vigencia imbatible del deseo ahincado en sí mismo. Un deseo que avanza hacia su origen en un movimiento que no cesa. Como el movimiento del barco Nueva Fidelidad, que seguirá yendo y viniendo "toda la vida". Son las palabras que cierran, reanudándola, esta historia de amor.