Bajo el disfráz de sentimiento…
Pienso ir a visitar al Principito. En realidad no lo pienso, porque si lo pensara… si realmente pensara en la posibilidad de viajar a un planeta desconocido en busca de una criaturita semejante me tildarían de loca, me encerrarían en un manicomio y jamás lograria mi objetivo. Entonces siento, “siento ganas de ir a visitar al Principito… lo siento en el alma”.
De esta forma ningun ‘razonsologo’ podría venir a racionalizar mi sentimiento, por ende, sería una locura sentida y totalmente aceptada, tan aceptada y paradójicamente coherente, corriente, que dejaría de ser locura.
Perdida en sueños se que te voy a encontrar, Principito. Me voy a encontrar. Allá, dónde la cotidianeidad este rodeada de quehaceres importantes y no solo de urgencias que relevancia nunca tuvieron. Dónde los ideales puros y sinceros no sean utópicos. Lejos, muy lejos dónde el tic-tac del reloj vaya al ritmo del latir de mi corazón.
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